En
estos días no pude más que reflexionar, charlar, leer y volver a reflexionar
sobre lo ocurrido en las costas de Turquía. La foto del niño ahogado obviamente
puso en caos mi mente, imagino, al igual que a muchos.
Pero, ¿qué hay detrás de esa foto? ¿Cuántos aún no refugiados existen? ¿Qué hay debajo
de las guerras y guerrillas? ¿Qué pasa con la inmigración? Son todos temas tan
profundos y distintos pero finalmente todas parecen tener un sólo lazo común,
reactivar la macroeconomía de las grandes potencias.
Por
eso me puso muy contenta esta semana la iniciativa del Presidente uruguayo,
Pepe Mujica, que una vez más le dio al mundo lección de futuro posible. Él, que
parece más viejo que el mundo, es el más joven de todos. Y me alegra que
Argentina haya hecho lo propio abriendo sus puertas a los refugiados sirios.
Pero
no son sólo los sirios los que en este momento piden asilo dentro de la
comunidad mundial, son muchos los países o regiones de países en condiciones
inhabitables para muchos seres humanos. Y hay mucho mundo que les puede ofrecer
esa base mínima de derechos individuales y colectivos.
Así
debería funcionar el mundo global, claro. Pero no es así.
Las
guerras, las dictaduras, las hambrunas, los desastres del cambio climático
están generando millones de seres humanos en riesgo de vida por la
inhabitabilidad política, geográfica o social del lugar que habitan. Y esta
necesidad de los refugiados es muy oportuna para las grandes potencias, tanto europeas, como americanas o asiáticas. No nos engañemos. Una cosa es darle
asilo y derechos fundamentales a quienes no los tienen y otra es
atraerlos al trabajo esclavo que los habitantes soberanos de cada país no
pueden hacer ya que las leyes laborales los amparan de ello.
.
Pero
no podemos igualar la urgencia y las necesidades del Ser Humano o grupo humano
que pide asilo ya sea por cuestiones políticas o sociales con la de los
inmigrantes. El inmigrante está ejerciendo un derecho personal y lo que lo
lleva a desear migrar no es la urgencia de ser y vivir como un Ser Humano, sino
la búsqueda de estándares de vida que cada uno sueña con el total derecho a
hacerlo, y los demás a callar. Cuando esta situación la sufren masivamente los
más desprotegidos y se lanzan al mar, no son inmigrantes: son refugiados que no
han sido así calificados por el Sistema.
Los
inmigrantes son personas que gozan de Estado de Derecho. Me acuerdo del caso de
una amiga artesana y artista plástica de Buenos Aires que decidió emigrar a
Barcelona en 2002 para trabajar limpiando oficinas de madrugada, porque así
ganaba más. Quizás uno nunca llegue a entenderlo, pero ¿acaso importa? Cada uno
tiene sus estándares de vida, muy arraigados en su historia personal, en sus
sueños y la realidad es que tiene derecho a ejercer esa libertad que le brinda
el mundo económicamente globalizado de la modernidad.
Ojalá
los países NO necesitados de mano de obra esclava abran sus puertas a los
millones de refugiados que hoy no pueden vivir en sus países y lo más
importante, ojalá sus países puedan volver a ser lugares habitables, por si
desean volver.
Valeria
Melon
Septiembre
de 2015